La conferencia de prensa del presidente Vizcarra, realizada el pasado día miércoles 29 de abril del año en curso, tuvo dos momentos claves que merecen ser comentados.

    -Uno, puso en su sitio (sin mencionarlo, cosa que estuvo bien) al Instituto de Defensa Legal (IDL) en cuanto a la contabilidad rigurosa de la cantidad de muertos a causa del Covid-19, develando la mala intención e ignorancia científica de esos ‘investigadores’ que tergiversaron cifras diciendo que se había producido más de 1,300 muertos. El Presidente, apelando a lo científicamente relevante, en forma contundente puso ‘punto en boca’ a esa ONG que desde algún tiempo se cree la mejor ‘conciencia crítica’ del país.

     -Dos, casi al finalizar, a nombre de la nación el Presidente pidió perdón a millones de niños confinados en sus hogares a causa de la cuarentena, perdiendo su libertad, sus horas de clase presencial, la amistad de sus compañeros y sus juegos; se quebró emocionalmente al hacer mención de sus hijos y nietos. Porque la supuesta ‘clase dirigente’ no supo -a su turno- trabajar para dotarles de mejores servicios públicos, una mejor calidad educativa, un bienestar individual y colectivo Heredamos un sistema de salud   que es una chatarra inerte

    ¿Cuál es la situación emocional de estos niños confinados? ¿Qué secuelas portarán silenciosamente, en sus hogares, colegios y en su comunidad? ¿Cuál es la misión y responsabilidad de padres, comunicadores sociales y profesores? Son preguntas perentorias que tenemos que ir respondiéndolas porque el camino de recuperación post-coronavirus será largo y sinuoso. Es urgente trabajar por un cambio de mentalidad.

    De ahí que desde esta tribuna recomendemos sobre todo a padres de familia y profesores pensar y actuar con mucho amor, con un buen sentido común dialógico y a informarse científicamente sobre investigaciones relativas a la Psicología del Niño. Hacia ello apunta nuestro aporte: difundiendo las teorías de Psicología Genética de Jean Piaget (psicólogo que nació en Suiza en 1896, y falleció en Ginebra en 1980), aplicada a la Pedagogía. Sus obras de valor universal- reconocidas por UNESCO- fueron consultadas para la elaboración de los fundamentos de la Reforma Educativa durante la administración política del general Juan Velazco Alvarado. Una reforma más ‘abortada’ en el Perú contemporáneo.

   Las teorías de Piaget se mantienen muy vigentes. Su libro- de lectura y consulta obligatorias- se llama: La formación del símbolo en el niño: Imitación, juego y sueño. Imagen y representación (publicado en París en 1959).

   El niño descubre su Yo de poco a poco palpando su cuerpo (jugando con sus propias manos, brazos, cara, después a través del cuerpo de sus juguetes, con el cuerpo de sus padres, más tarde). Y va descubriendo el mundo a través del lenguaje (de ahí la importancia de las canciones de cuna y de los cuentos contados por mamá, papá, abuelo y maestros).

     Los límites del mundo son los límites del lenguaje, desde el momento que el ser humano nace, evoluciona vitalmente y termina muriendo 

     En este tiempo de cuarentena como después (cuando asistamos a escuelas, universidades, centros laborales, etc.), todos nosotros, mayores y menores, hemos tenido que adaptarnos al aislamiento preventivo, unos más que otros. Piaget manifestó que su interés por la pedagogía surgió tras la experiencia de ser padre, desde el momento que la observación atenta y cotidiana de sus tres hijos en su hogar-mundo, le permitió elaborar su concepto fundamental de inteligencia sensoriomotriz y sus teorías sobre la génesis y el proceso de la configuración de la mente.

    Para Piaget existen dos principios vitales desde nuestra niñez: El principio de Asimilación y el principio de Acomodación. Mediante el juego el niño se orienta a asimilar experiencias del mundo exterior (las caricias, la conversación, lo frío o caliente del clima, silencio/ruido, por ejemplo). Y mediante la imitación se orienta a la acomodación biológica e intelectual en su mundo. Cuando se produce un equilibro entre la Asimilación y la Acomodación se produce, entonces, una ‘adaptación inteligente’ del niño, donde el juego es el complemento de la imitación. Es decir que la inteligencia humana es adaptación al medio; y esta es equilibrio entre dos mecanismos indisociables: la asimilación y la acomodación. Asimilando los datos de la experiencia y acomodándolos a las circunstancias cambiantes que se derivan de una realidad concreta nueva (como la presente cuarentena, en este caso). El proceso se apoya en el desarrollo de la imitación y el juego tanto como en el desarrollo de los mecanismos verbales, es decir, el lenguaje (al principio con gorjeos, balbuceos palabras sueltas, oraciones, etc.)

    Mediante la Asimilación el niño tiende a incorporar los objetos exteriores a sus esquemas de su actividad propia. Si ya está en edad pre-escolar (de 3 a 5 años de edad) sus objetos exteriores son: su casa (su cuarto, su cuna, juguetes, libros de cuentos), su escuela (su salón de clases, lonchera, mochila, juguetes educativos, libros), y la presencia de gente adulta alta (papá, mamá, hermanos, parientes, profesores). Luego, o en paralelo, se da la Acomodación de los esquemas a los objetos exteriores (cosas que descubre, y que cada una de ellas tiene un nombre que las designa: las cosas son palabras, las palabras son cosas).

  A través de la imitación de otras personas o de imágenes (dibujos, videos, tv, fotografías) prima la acomodación (o adaptación al mundo). De ahí la importancia que los padres y profesores prediquen con el ejemplo, porque los niños tienen muy despierto el instinto de imitación. La ética del ejemplo es fundamental para la vida futura del niño (lo que Juanito no asimiló Juan lo   ignorará para siempre). Una buena imitación es el primer nivel de una buena socialización del niño.

    Y cuando prima la asimilación (pre-aprendizaje) es porque el juego individual o colectivo (símbolo inconsciente proveniente del exterior), es porque la actividad lúdica cumple con su significación de socialización. El niño aprende como jugando. Como a jugar aprende. Y asimila para acomodarse a nuevas situaciones. Lo que más extraña un niño en tiempo de cuarentena es jugar con sus amigos, sus compañeros, es por eso que la escuela debe convertirse ante todo en un lugar de acogimiento y encuentro. 

    La cuarentena (aislamiento forzado e involuntario) ha limitado su libertad, no ha sido ni es unas vacaciones, sino unas ocasiones inéditas tanto para niños como para adultos, quienes debemos revisar nuestros esquemas mentales y emocionales buscando el equilibrio entre la asimilación y la acomodación, dos pasos dinámicos de la mente. Pasos que deben ser repensados con una nueva mentalidad a la luz de la mortandad y del pandemónium social suscitando por la presente pandemia.

   Y debido a la crisis que significa la pérdida de “vigencias sociales” (ideas y creencias, hábitos y costumbres que venían rigiendo nuestras vidas), bueno es retomar estas teorías para edificar en futuro inmediato nuevas asimilaciones y acomodaciones en este dulce y cruel mundo. 

    Y que los líderes no vengan con su sempiterno cuento que “trabajarán para el bienestar de las futuras generaciones”, porque ahora con este golpe cósmico microbiano se ha instalado en el imaginario colectivo una sociedad de la sospecha, porque en todo el mundo cunde la desconfianza.

    Las teorías de Piaget, sépalo usted, interesan al médico y al maestro, al padre de familia y al sociólogo, a quienes saben que la mente humana solo es posible comprenderla en sus relaciones con el mundo y con los demás (siempre y cuando los “otros” no sigan siendo el infierno de sospecha pare el contagio de uno) ...En próximos editoriales seguiremos abordando esta temática.

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