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El TERRORISMO SILENCIOSO

Luis Alberto Arista Montoya* El rápido descubrimiento de la vacuna contra el Coronavirus, indudablemente, fue toda una proeza científica: los laboratorios y los científicos, con apoyo de algunos mecenas, actuaron rápido. Ahora, aunque todavía lento el proceso de vacunación, casi toda la humanidad ha sido vacunada con las dos respectivas dosis, incluso algunos países van por la tercera dosis. Es que este misterioso y maligno virus sigue y seguirá asediándonos.

El TERRORISMO SILENCIOSO



01/09/21 - 05:03

Luis Alberto Arista Montoya*

El rápido descubrimiento de la vacuna contra el  Coronavirus, indudablemente, fue toda una proeza científica: los laboratorios y los científicos, con apoyo de algunos mecenas, actuaron rápido. Ahora, aunque todavía lento el proceso de vacunación, casi toda la humanidad ha sido vacunada con las dos respectivas dosis, incluso algunos países van por la tercera dosis. Es que este misterioso y maligno virus sigue y seguirá asediándonos.

Algunos científicos del laboratorio AstraZeneca han advertido que no basta  prevenir y controlar los síntomas, sino que tiene que descubrirse su origen, para encontrar una cura definitiva.

¿Tuvo un origen animal (murciélagos, u otros? ¿Tuvo un origen humano a causa de la pavorosa contaminación de la naturaleza? o ¿Es producto de la manipulación genética en laboratorios, de donde se les  filtró el virus? ¿Cómo explicar sus diferentes variedades y cepas, cada vez más agresivas como la variante Delta (aparecida en la India?, y  la variante Gamma, cepa brasileña? Una corriente de pensamiento incluso defiende la tesis de la conspiración: los conspiranoicos  sostienen que estamos ante una forma de bioterrorismo propiciado por algún  Estado totalitario que busca controlar el mundo a través  de algunas empresas transnacionales.

La agencia  española EFE, informó el 18 de agosto pasado, que las compañías de inteligencia  de EEUU han descartado que el virus SARS-CoV-2, causante de la pandemia del Covid-19, fuera diseñado como  arma biológica; o que el virus  es fruto de una perversa manipulación genética. Sin embargo, no establecen una conclusión definitiva sobre qué originó el virus y muestra que la inteligencia estadounidense está dividida en dos hipótesis: que el virus pasara de un animal a un humano o que fuera producto de un accidente en un laboratorio. Cuatro agencias de inteligencia de EEUU creen que el virus tiene origen animal, aunque tienen una “confianza baja” en esa hipótesis.

Por otro lado,  otra agencia concluye con “confianza moderada” que el primer caso fue producto de un accidente en el Instituto de virología de la ciudad china de Wuhan, donde apareció la enfermedad por primera vez. 

Pero para llegar a mejores conclusiones sería necesaria la colaboración del Gobierno chino, al que acusa de “resistirse” a dar información y de “entorpecer” las investigaciones. La duda metódica existe: ¿Cómo explicar esta posición obstruccionista? Y ¿Por qué fueron los chinos en crear la primera vacuna de Sinofharm? Es posible que sea para tranquilizar   su “conciencia infeliz”, debido al alto grado de culpabilidad que sienten  ante el mundo entero.

Además, China se niega a mostrar  las historias clínicas de los primeros enfermos de Wuhan. ¿A qué se debe? La conjetura (hipótesis) que el virus fugó de un laboratorio apunta a tres investigadores de laboratorio. El pasado 6 de junio del año en curso “The Financial Times”, informó que la teoría de la fuga de laboratorio ha ganado terreno en las últimas semanas tras informes de que seis mineros se enfermaron en el 2012, y tres investigadores del Instituto de Virología der Wuhan fueron hospitalizados en noviembre de 2019 con síntomas compatibles con Covid-19 tras visitar una cueva con murciélago en la provincia china de Yunnan.

 El asesor científico de la Casa Blanca, el médico Anthony Fauci dijo que las historias clínicas podrían responder preguntas cruciales sobre los orígenes del virus en Wuhan, donde comenzó la pandemia. China descarta ferozmente la hipótesis del laboratorio (oficial, para-oficial o clandestino, vaya uno a saber), acusó a Washington de difundir “teorías  conspirativas” y negó informaciones sobre la hospitalización de investigadores  en Wuhan publicadas por medios de EEUU. Incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) no ha podido recabar dicha información. Parece que es cuestión de control totalitario de dominio de imagen: China está creciendo como potencia mundial, y esta su negativa podría tener relación con la hegemonía de la  “chinificación” del mundo. Pero el feroz virus no ha sido diseñado como arma biológica.  

El fenómeno de rebasamiento de las facultades del científico, de sus logros y pretensiones, fue denominado en 1923 por el filósofo José Ortega y Gasset, como “terrorismo de los laboratorios”, producido por el espíritu cientificista profesado por la ciencias naturales que consideran a la razón físico- matemática como la única razón verdadera  y confiable. Frente a los peligros de la razón experimental(o instrumental), Ortega propuso la defensa de la razón vital   o razón histórica capaz de estudiar lo humano más allá de lo natural, como lo planteó revolucionariamente la física relativista de Albert Einstein.

Mientras exista este silencioso trabajo de experimentación genética perversa a nivel de laboratorios que funcionan como sociedades secretas, existirá el peligro del terrorismo biológico, que no es otra cosa que la máxima utilización irracional de la racionalidad científico-tecnológica. La comunidad científica universal  tiene el deber ético de advertir a los administradores del poder frente a la gran amenaza del terrorismo de los laboratorios.

El terrorismo está dejando de ser  una práctica violenta del petardismo dinamitero (como lo realizado por Sendero Luminoso en Perú entre 1980-2000, por ejemplo) para convertirse, al mismo tiempo, en expresión suicida de la humanidad a través de otros métodos malignos : mediante investigaciones clandestinas ocultadas bajo un velo de mentiras ideológicas totalitarias, mediante la propagación de  fake news en las redes sociales, y la “creación” de falsos paradigmas de “justicia social”, paradójicamente azuzando, al mismo tiempo, un feroz odio de clases sociales, como se está produciendo  abierta y soterradamente en el Perú de hoy en día: un país con precarios laboratorios científicos, pero muy  rico en “talleres” ideológicos  que esparcen  odios, rencores,  y una permanente   “lucha de clases liberadora”. Contra esa virulencia ideológica hay que luchar también,  a favor de una Cultura de Paz.

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 EDITORIAL. Para Radio Reina de la Selva. Lima 31 de agosto de 2021. Luis Alberto Arista Montoya.
  

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