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LA KON-TIKI Y CHACHAPOYAS

Luis Arista Montoya* El pasado mes de abril se cumplieron 70 años en el que el arqueólogo marítimo noruego Thor Heyerdahl se hizo a la mar (Océano Pacífico)

LA KON-TIKI Y CHACHAPOYAS



05/05/17 - 06:48

Luis Arista Montoya*

El pasado mes de abril  se cumplieron  70 años en el que el arqueólogo marítimo noruego Thor Heyerdahl se hizo a la mar (Océano Pacífico) en la frágil balsa Kon-Tiki para demostrar el poblamiento de la Polinesia por parte de los pueblos precolombinos sudamericanos desde el este.

Su aventura y viaje de corroboración de hipótesis se inició el 25 de abril de 1947, partiendo del puerto del Callao para demostrar que los incas conquistaron y dominaron el mar, llegando a viajar hasta la polinesia aprovechando vientos favorables, la corriente de Humboldt; con badajos de madera como timones, y con remos planos con orejas (lapachos). (Fue el mismo año en que naciera este escribidor en Chachapoyas) 

Ahora escribo el presente texto en homenaje a esa gran proeza, y en recuerdo de haber conocido personalmente a este genial arqueólogo. Pues, para celebrar en 1997 el 50 aniversario de esa expedición pionera organizamos juntos  en el local central del Instituto Nacional de Cultura (Museo de la Nación) una gran exposición documentaria y fotográfica sobre dicha exposición; y una puesta en escena de una réplica de la balsa Kon-Tiki en los jardines de dicho museo; también participó  en la organización la Marina de Guerra del Perú puesto que esta institución  había apoyado el proyecto desde 1947.

La rústica nave – una réplica como la utilizada por los incas- fue hecha de madera de balsa de Ecuador (caña brava) atada con cañamos y sogas de cabuya trenzada como los que tejieron para la construcción de los puentes colgantes en el Tahuantinsuyu; protegidos por una cubierta de bambú, y con un habitáculo de madera y totora usado por la tripulación para su protección y descanso. La estructura de los caballitos de totora de los mochicas también lo inspiraron.

Bautizó a dicha balsa con el nombre de Kon-Tiki,  nombre sinónimo del dios Wiracocha (Sol) entre los polinesios, para quienes Kon significaba balsa, y  Tiki  significaba Jefe, Dios, también  hijo del Sol. La Kon-Tiki no fue un buque, fue un “pae pae” (canoa, balsa).

 Después de muchos viajes, estudios e investigaciones  históricas y geomarítimas - como lo hicieron a su turno Cristóbal Colón y  Marco Polo- Heyerdahl buscó demostrar (y lo logró) que los antiguos peruanos habían poblado las islas del Pacífico Sur (actualmente  la Polinesia francesa). Después de 101 días- amenazados por tormentas, olas, ballenas y tiburones- los seis tripulantes que constituían la expedición arribaron a las islas Tuamotu, extenuados y extasiados al mismo tiempo. ¡Cumplieron con la hazaña imaginada!

Sentaron las bases de la arqueología experimental marítima. La corroboración de su hipótesis de trabajo permitió descubrir cómo se desplazaban los navegantes del Antiguo Perú.

A los amazonenses esto nos interesa sobremanera. ¿Por qué? Pues, según las investigaciones de Thor Heyerdahl y del historiador  peruano Jorge del Busto, fue el Inca Túpac Yupanqui (conocido como “el resplandeciente” por su inteligencia estratégica) quien realizó esa travesía marítima, partiendo desde Tumbes o Galápagos en el Ecuador, a  donde llegó como conquistador con una flota de balsas. 

Durante el reinado de Túpac Yupanqui el Tahuantinsuyu se extendió por los cuatro Suyos (en el Siglo XV), cubriendo toda América Precolombina. Es así  como, luego de conquistar a los huancas (hoy Huancayo), a los Marcahuamachucos (hoy Huamacucho, tierra del poeta César Vallejo), luego a los cañaris (sierra de Lambayeque) y, posteriormente,  a los caxamarcas, pasa, finalmente, hacia el oriente para conquistar a las diferentes etnias y señoríos pertenecientes a la “Cultura de los Chachapuyu” (como narra el Inca Garcilaso de la Vega en sus Comentarios Reales). Estratégicamente no ingresa por el Valle Sagrado de los Chachapoya, porque temía caer en celadas, penetra siguiendo las cumbres desde el Sur de Chuquibamba hasta llegar a dominar a los jalquinos (Jalca Grande), luego a los de Llevantu (Levanto),  allí se asienta y planifica la conquista de los Chillaos (luyanos, kuelapenses, que vivían en la banda izquierda del río Utcubamba), lográndola después de una férrea resistencia nativa en la ciudadela de Kuélap. 

En Las Lagunas - en la que se asienta actualmente la ciudad de Chachapoyas- Túpac Yupanqui ordenó que allí vivan   los mitimaes huancas traídos de Huancayo como integrantes de su ejército conquistador. Ese es el origen migrante de los actuales habitantes del distrito de Huancas, desplazados y arrinconados   más hacia el norte por los españoles, fuera de la ciudad colonial de Chachapoyas. Hasta hoy.

Bueno pues, ese resplandeciente inca (como el sol) fue el que conquistó a los señoríos originarios de los Chachapoya. El mismo que  conquistó  parte del Océano Pacífico; inca admirado por Thor Heyerdahl, a quien recuerdo como un corpulento vikingo, canoso; muy animado al contarnos su gran aventura marítima en abril de 1997.

Guardo con sumo celo y recuerdo su libro titulado Kon-Tiki, publicado en 1952 en México, dedicado a su padre; antes, en 1951, participó en un documental que ganó el Oscar. Este oceánico marino noruego murió a los 82 años, en el 2002.

Su obra (de 295 páginas) es un libro de memorias. Rememora con límpida prosa su gran hazaña. De cómo fueron sus sueños, sus intuiciones primigenias, sus estudios y sus hipótesis de trabajo luego verificadas en puertos y en la misma  travesía marítima. Un obra debidamente ilustrada con fotografías de la balsa, del proceloso mar,  sobre las aventuras y desventuras de su tripulación, bajo su guía y orientación. Recomiendo a los jóvenes leer fervientemente este imprescindible libro.  Y ver el documental de marras. Merece ser recreada imaginariamente esa aventura.

*EDITORIAL. Radio Reina de la Selva. Lima 4 de mayo de 2017. Luis Arista Montoya.
 
   

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