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"TENER BUENA PRENSA"

Luis Alberto Arista Montoya* En casi todos los países latinoamericanos- especialmente en México, Venezuela, Bolivia, Brasil Nicaragua y Perú - los periodistas, la libertad de expresión, propia de la prensa independiente y crítica, están en permanente peligro, por fiscalizar e investigar sobre usos y abusos del poder político y económico, sobre el narco-poder.




24/02/22 - 05:44

Luis Alberto Arista Montoya*

En casi todos los países latinoamericanos- especialmente en México,  Venezuela, Bolivia, Brasil Nicaragua y Perú -  los periodistas, la libertad de expresión,  propia de la prensa independiente y crítica,  están en permanente peligro, por fiscalizar e investigar sobre  usos y abusos del poder político y económico, sobre el narco-poder.

Perú no es una excepción. El presidente Castillo se lleva muy mal con los periodistas. No pierde la oportunidad de atacar a la prensa con dicterios como “prensa basura”, “esta prensa es un chiste”, “los periodistas son  mezquinos”. Expresiones que no son gratuitas, obedecen a todo un plan que busca instalar en el imaginario colectivo una narrativa de abuso  de la libertad de  expresión, con miras a buscar un autoritario pensamiento único, hegemónico.

Estamos ante un fenómeno digno de estudio. ¿Por qué algunos personajes públicos tienen mala prensa? ¿Por qué otros, al contrario, tienen buena prensa? En medio - entre el periodista y el personaje - media una intención crítica de “buena leche” o de “mala leche”, por  parte de cualquiera de los dos, o por parte de ambos. Depende de la preparación, cultura e inteligencia de ambos para que se produzca una acción comunicativa dialógica.

La primera vez (en Madrid, noviembre de 1986) que escuché pronunciar la frase “tener buena prensa” fue a mi profesor el filósofo Julián Marías, durante el desarrollo de un seminario sobre “La Felicidad Humana”. “¡Hostias, que el tío tiene buena prensa!” ¡Que este chaval sí tiene buena prensa!”, suelen decir los españoles. Por aquel entonces Felipe González y Adolfo Suárez (protagonistas de la transición democrática en 1978), fueron los políticos que mejor prensa  tuvieron. Antes, la tuvieron el filósofo Ortega y Gasset (fundador del diario El Sol y de la Revista de Occidente), el pintor Pablo Picasso, por ejemplo. Y no es que se la buscaron. “Yo no busco, encuentro”, solía decir Picasso cuando vivió en París. Gozar, tener una buena prensa otorga felicidad.

 La frase: “Tener buena prensa”, aparentemente arcaica, es poco usada hoy en día porque vivimos en una época donde cada político con poder tiene a un jefe de prensa, un departamento de prensa e imagen, o contrata a un coach que le enseña cómo contestar a  los periodistas, qué pose asumir, qué tono de voz modular ( como la voz engolada de Alejandro Toledo, por ejemplo), qué términos usar para aparentar estar  informado (caso Castillo, que no sabe lo que habla ni se ruboriza debido a su  mal manejo del lenguaje, pese a ser un maestro de aula, “como él la dice”). Es decir, ahora se contrata a alguien para tener supuestamente una “buena prensa”. Pero como todo es simulacro muchas veces resulta todo lo contrario: terminan teniendo “mala prensa”, porque la mayoría de los buenos periodistas no son  tontos, aunque otros son sobornados, buscan el  cherry publicitario.

 Esta situación se presenta generalmente durante las visitas y las conferencias de prensa de los políticos. Es por eso que el presidente Castillo ataca a la prensa con exabruptos, amparado en la protección de sus “chalecos” (policías o ronderos).

Por otro lado, Basta que un personaje público sea inteligente, medianamente culto, probo moralmente y simpático para “tener buena prensa”. Tienen la virtud de caer bien a todos. No necesita contratar un jefe de imagen. Suficiente que sea un  hombre cuerdo, gozar de  prestigio y reputación personales. En cambio, los mediocres asumen una cultura de la apariencia: simulan lo que no son y disimulan lo que verdaderamente son, para ocultar algo, evitando la transparencia de la gestión pública. Y todo esto se vuelve una mescolanza con el abuso de las redes sociales, porque cada mediocre las maneja a su antojo a través de su celular última generación, por eso es que son chuponeados.

Veamos algunos ejemplos de personajes peruanos que tienen o tuvieron buena prensa: Mario Vargas Llosa (por ser un buen novelista), Julio Ramón Ribeyro (tímido ante la prensa, pero es un extraordinario cuentista), Jorge Basadre (notable historiador), Pablo Macera (pensador lúcido y crítico), Luis Alberto Sánchez ( hábil y  sarcástico político, todo el mundo quería entrevistarlo), Alfonso Barrantes (el popular “frejolito”, el único político de izquierda culto que fundó y fusionó  Izquierda Unida). En los deportes tenemos: a Héctor Chumpitaz, Perico León (ídolo de mi hermano Robico) Cubillas, Juan Carlos Oblitas, César Cueto, etc. Hoy el único que tiene buena prensa es Gianluca Lapadula, casi todo el resto  muere por ser entrevistado, por ver su imagen en el periódico y en la tele. El profesor  Ricardo Gareca, goza de una  inmensa  buena prensa porque no vino recién a aprender a entrenar  en la escuela llamada “Perú” (¿Existiría una buena selección de fútbol si hubiese venido a aprender? ¡De ninguna manera!). Pedro Castillo- según su propia declaración a CNN- recién está aprendiendo a gobernar; por estar recién  deletreando el  ABC de la política es que el Perú es una nave sin brújula. 
 
Hoy, se echa de menos a la gente ejemplar. En el actual congreso tiene “buena prensa” Gladys Echaíz (creo que es la única, puede ser la próxima Presidenta del Congreso,  no se cuadra a declarar ante la prensa como si fuese un busto parlante). Y por el lado del Ejecutivo: el presidente y sus ministros tienen “mala prensa”, es por eso que han infestado con asesores de imagen los ministerios. Son requeridos por los periodistas no por sus obras sino por los hechos de corrupción y malos nombramientos en su sector. Los periodistas lo único que hacen es cumplir  con su misión de informar y develar dudas o presuntas certezas: O lo hacen con “buena leche” para mantener bien informada a la ciudadanía, o lo hacen con “mala leche” para picar al personaje y lograr que suelte la lengua, aunque reciba una  iracunda respuesta y se vaya por las ramas. 

Tanto en Lima como en las regiones existen muchos de estos especímenes. Suponemos que Jamás tendrán una amigable y espontánea “buena prensa”.
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  EDITORIAL. Radio Reina de la Selva. Lima 24 de febrero de 2022. Luis Alberto Arista Montoya. 
 

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