Mañana se celebra el día internacional de los Museos. Los museos del Perú se aprestan abrir sus puertas al público y al 100 por ciento de sus aforos. Los museos privados están listos, en cambio los nacionales  están  a medias, sus directivos están actuando con morosidad o parsimonia pospandemia.

Este escribidor fue este domingo a visitar el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú-  el mejor museo del Perú- pero me di con la amarga sorpresa  que seguía cerrado y con un vanidoso cartel que dice: “Nos estamos renovando para contarnos mejor nuestra historia” (creo que con vistas a la conmemoración del bicentenario, pensaron).

Lo cierto es que este icónico museo se cae a pedazos, tanto en sus techos como en algunas paredes. Padece el mismo lastre de incuria y olvido que nuestra Fortaleza de Kuélap. Los hermana una fuerte tradición histórica, como una actual desidia y pésima gestión. Desde hace dos años antes de la pandemia  cerró sus puertas; y han pasado 8 ministros de cultura que no han sabido subsanar los daños de esta casona monumental que está situada en la histórica plaza del distrito limeño de Pueblo libre. Y el actual ministro-traductor (¿cómo se llama?), bien gracias, le importa un bledo. Ninguno de ellos ha tomado decisión alguna. Solo se han limitado a cerrarlo para que los turistas no  vean en peligro sus vidas. Y sus directores pasan y posan gustosamente pintados en sus carcomidas paredes.

Si este emblemático museo está a punto de derruirse pese a  estar relativamente cerca a las oficinas del Ministerio de Cultura, es fácil colegir, entonces,  que Kuélap correrá la misma o peor suerte, y su restauración integral será una utopía.

“¡No puede ser!” debe estar diciendo Julio C. Tello  desde su tumba ubicada en uno de los jardines de dicho museo. Se estará revolcando de indignación: él fue su fundador en 1945; nuestro tayta José María Arguedas fue uno de sus directores. Porta una larga historia: fue creado bajo el nombre de Museo Nacional en 1822 por el  general José de San Martín; luego se unió al museo bolivariano que fue la quinta donde pernoctó Simón Bolívar en una  casa-hacienda de Magdalena Vieja. Desde 1922 se llama- por su ingente riqueza cultural- Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú. 

Ignoramos hasta cuándo ha de permanecer cerrado. Lo cierto es que un museo no es un mausoleo de bienes, artefactos y restos muertos, tampoco un almacén. No. Es repositorio dinámico de nuestra memoria colectiva. Como lo es también ahora la amenazada fortaleza de Kuélap que viene desde el fondo de la historia del Perú Antiguo, y que Julio C. Tello- Padre de la Arqueología Peruana- tanto estudió y recomendó preservarla. 

¿Qué nos toca hacer a sus ciudadanos herederos? ¡Despertar! ¡Exigir al Estado! Por una pronta y científica restauración de estos Bienes culturales. Por lo pronto, el alcalde y sus regidores del distrito  de Pueblo libre, junto con una comisión de vecinos notables están en pie de lucha. Igualmente debemos hacer los amazonenses: es por eso que a manera de testimonio y de protesta un grupo de colectivos sociales hemos convocado para el día 5 de junio a la gran ceremonia del JUNTOS ABRACEMOS A KUÉLAP. Ir en peregrinación , con alegría y coraje: primero bajar con decisión hacia el Valle Sagrado del Utcubamba, para ascender luego hasta las faldas del silencioso Apu Kuélap, para abrazarlo en su derredor, y decirle que no está solo, que cuenta con nuestra solidaridad y protesta cívica. Que los danzantes de Levanto te levanten el ánimo milenario. Es nuestro sueño. Que los jóvenes dirijan esta fiesta comunal y comunitaria.

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