La violentas  marchas de protesta pidiendo la renuncia de la presidenta Dina Boluarte, el cierre del Congreso para ir a nuevas elecciones, pareciera que estuvieran amenguando, digo es un es un  decir. Pero creo que esta “calma chicha” es engañosa. Pues, a la ultraizquierda  le interesa que no haya adelanto de elecciones.

Da la impresión que los protestatarios y vándalos han dado dos  pasos atrás (se han replegado) para  después dar tres o cuatro pasos adelante: atacando con más virulencia en otros escenarios que pueden ser el norte del país (Piura, por ejemplo) o en el nororiente (San Martín, Amazonas, etc). Debemos estar alertas, tomar medidas de prevención y de inteligencia.

 Pues, el demencial objetivo de los cabecillas azuzadores y bien remunerados, es la liberación de Pedro Castillo para que retorne a la presidencia, y proceda a instalar la “famosa” Asamblea Constituyente (para instalar a perpetuidad  un gobierno autoritario). Esta es la madre del cordero, el  ley-motive  del “castillismo”, del “cerronismo”, y de los narco-senderistas del VRAEM, con el quispismo de los hermanos Quispe Palomino a la cabeza.

En Lima, en el sur y centro del país, la gente que vive día a día de su trabajo  ha llegado al hartazgo contra estas turbas: están reaccionando con indiferencia (no se es están plegando a los violentistas),  y muchísima gente los rechazan e identifican a los cabecillas como integrantes de Sendero Luminoso.

La terrible violencia urbana que impera en Lima, causada por el sicariato y los secuestros, viene ganando  cámaras en la tele y  las primeras planas de los diarios. El foco de atención de la opinión pública se ha desplazado hacia los estragos de la violencia delincuencial; mientras las marchas se están marchitando como “flores del mal”. En todo caso, estos dos tipos de violencia parecen acoplarse y van formando peligrosamente volcanes sociales. A río revuelto por las marchas violentistas, más ganancias de pescadores (Sicarios, raqueteros, secuestradores, asaltos, robos al paso, feminicidios, violaciones etc.). Al sedimentarse estas capas de violencia se tornan sísmicas.

Duele nuestro Perú. Vive doloroso, doliente,  en duelo. Y bajo un recuerdo triste tengo que decir que el pasado 12 de febrero se cumplieron 120 años del nacimiento del Maestro Jorge Basadre (nació en Tacna un 12 de febrero de 1903- murió en Lima el 29 de junio de 1980). Basadre fue el más grande diagnosticador de los males, traumas y taras del Perú republicano.

“¿Qué hubiese dicho Basadre sobre el actual proceso violentista”? fue la pregunta  que me hizo un periodista, después de  la presentación de mi libro “La Dimensión Filosófica del pensamiento republicano de Jorge Basadre”(Lima, julio 2022, Universidad Ricardo Palma).He aquí mi respuesta: Creo, dije, que  el Maestro Jorge Basadre hubiese quedado muy dolido por la  tragedia y farsa de un gobierno “supuestamente” provinciano y campesino : por su incapacidad, ineptitud política y por su grave  corrupción. Pero, Basadre  también hubiese quedado decepcionado porque él románticamente había defendido al Perú Profundo contra el Perú Oficial (Superficial o Teórico), porque abogó por la redención de las provincias contra el   centralismo limeño (“limeñocentrismo”, solía calificarlo).

 

El efímero, grotesco y corrupto gobierno de Castillo  y sus secuaces, no ha sido ni es una buena muestra del Perú profundo. Es más bien la muestra del Perú hundido: cementerio de los congelados(dogmáticos), de los podridos(corruptos) y de los incendiados e incendiarios, que en estos días quieren convertir al Perú en un “llano en llamas”, en un fogata aireada por los abanicos de un renovado Sendero Luminoso, por los fgonasos del narcotráfico y los sopletes de la delincuencia común.

Cabe recordar que en  su último discurso (1979) Basadre dijo que el Perú es un “país dulce y cruel” al mismo tiempo, donde aparentemente la crueldad de la muerte va ganando la partida, pero que sin embargo las grandes multitudes de la ciudad y el campo actúan solidariamente, tratando de  hacer de nuestro país una dulce morada bajo un Estado Constitucional de Derecho.

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