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DALAI LAME

Luis Alberto Arista Montoya* En esta era de tiempos y espacios revueltos uno se entera: porque las imágenes e informaciones corren urbi-et-orbi (en la urbe y el mundo entero).

DALAI LAME



12/04/23 - 03:37

Luis Alberto Arista Montoya*

En esta era de tiempos y espacios revueltos uno se entera: porque las imágenes e informaciones corren urbi-et-orbi (en la urbe y el mundo entero). Todo se ve, todo se escucha, todo se lee y escribe. Nadie está protegido, sobre todo aquellos que se sienten dioses y líderes ejemplares, “salvadores” de  humildes y pobres.

Anoche vimos la imagen  en la cadena “France 23”, ahora veo la fotografía en un diario de Lima, con una breve nota cómplice. He quedado estupefacto y asqueado. Pues se ve al líder budista tibetano Dalai Lama pidiéndole a un niño que le bese en los labios, cosa que el niño acepta humildemente y con admiración, en seguida le pide que le chupe la  lengua, después que el falso líder espiritual sacara su lengua viperina.

El incidente había ocurrido en un evento religioso en el mes de febrero, en el templo Tsuglakhang de Dharamsala, donde vive el líder de 87 años. Las preguntas son: ¿a cuántos otros niños habría hecho igual? ¿fue permitido por los padres y los adultos bajo la falsa creencia de que es parte de la cultura budista? ¿Cuántos dalai andan sueltos en el mundo? Existe el relativismo ético de la moral? ¿La vejez conduce necesariamente hacia prácticas lascivas- en Perú se critica a los “viejos verdes”, por ejemplo).

En todo caso Dalai Lama se ha devenido en Dalai Lame: en un pervertido, abusador de niños. La comunidad internacional de Derechos Humanos debe pronunciarse. Retirarle el Premio de la Paz, concedido en 1989 (icónico año de la caída del Muro de Berlín).

Recordamos que luego del Nobel fue entrevistado por un filósofo peruano para un importante diario de Lima; poco faltó que se arrodillará ante  el periodista porque sintió estar frente a un casi Dios. También nosotros lo admirábamos por su pacifismo tipo Gandhi. Ahora quedamos en duda frente a nuestra creencia de la ética del ejemplo que la sustentamos en cátedra como en el ágora pública a través de esta atenta emisora radial. Ahora presumo que casi no existe ningún líder ejemplar, o que simplemente no existe: que hay un “mal radical” en la naturaleza del hombre (es decir en la raíz de la esencia humana). El “desierto” se extiende más y más.

Según señala La Enciclopedia: Dalai-Lama es el título del jefe temporal (terrenal) y espiritual del Tíbet antes de la ocupación del país por tropas de China y su conversión en una región autónoma china. En el antiguo régimen teocrático, el Dalai-lama era considerado como reencarnación de la divinidad budista. Tenzin Gyataso, el último Dalia-lama (o sea el actual), considerado como la 14° reencarnación  de la divinidad, se exilió a la India en 1959.

El que esto escribe no es budista, pero si búdico, es decir admirador del ascetismo y de la tranquilidad anímica de Buda, Príncipe indio fundador del Budismo, algunos de cuyos principios se parecen a los del cristianismo. Tengo en mi biblioteca su pequeño busto junto al de Shakespeare, personajes admirables, pero quizá no necesariamente ejemplares.

 Decimos esto porque el Dalai Lame me ha remitido a releer un texto donde el español José Ortega y Gasset nos advierte: ¡cuidado con el que se considera hombre ejemplar! “El buen ejemplar- dice Ortega y Gasset- no puede serlo si no es fecundo, creador de algo. El mal ejemplar no crea nada positivo y valioso. No es verdaderamente hábil, ni sabio, ni siquiera bueno. El que se propone ser bueno a los ojos de los demás no lo es en verdad. Véase cómo el propósito de ser ejemplar es, en su esencia misma, una inmoralidad” (escribe Ortega y Gasset en su ensayo “Moralejas, no ser ejemplar”, Madrid 1921)… Palabras  maestras
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EDITORIAL. Para Radio Reina de la Selva. Lima 12 de abril de 2023, Luis Alberto Arista Montoya.

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