A propósito de la distribución de alimentos que realiza el Programa Nacional  de Alimentación Escolar Qali Warmi en las comunidades indígenas de la Región Amazonas, deseamos hacer algunos comentarios aledaños a fin de contribuir con la visión  de la seguridad alimentaria.

El concepto de seguridad tiene varios significados. Sobre todo en estos tiempos donde reina la inseguridad por doquier.  Pero son las poblaciones más vulnerables (por ser pobrísimos, pobres e indefensos) los que viven siempre inseguros, cotidianamente.

Se habla: de inseguridad ciudadana para referirnos a los asedios y ataques de la delincuencia común; de inseguridad moral, frente a los grandes estragos de la corrupción, de la pedofilia y de la trata de blancas; de inseguridad comercial generada por la especulación, el contrabando y la adulteración de bienes, servicios y productos; de la inseguridad escolar por estudiar en precarias aulas, con insipiente material didáctico, con profesores incapaces y depredadores sexuales; de inseguridad espiritual a causa del materialismo consumista, por el asedio de curas lascivos, y por ausencia de líderes ejemplares; de inseguridad familiar a causa de hogares disfuncionales (donde prima la violencia intrafamiliar); la inseguridad informativa causada por las noticias falsas, por la manipulación de mensajes y por abuso de las redes sociales… Y pare usted de contar, por el momento.

Pero muy poco se habla del derecho a la seguridad cultural, a la que tiene derecho todo individuo. Es decir, el derecho a  vivir tranquilamente de acuerdo a su identidad cultural, sin ser discriminado por sus usos y creencias propias de su comunidad. De ahí la importancia de la consulta previa a los ciudadanos, sea para explotar una mina, construir un puente, un edificio o trazar una calle o avenida. Un individuo con seguridad cultural es dueño de su sentimiento (orgullo) de pertenecer a un determinado territorio y, por tanto, los demás tienen que respetar esa territorialidad, que tiene su propio patrimonio cultural material e inmaterial, sus paisajes culturales con sus recursos turísticos.

Y como los desiertos de hambruna en el mundo cada vez se extienden más y más, los técnicos de la FAO han acuñado el concepto de seguridad alimentaria para referirse al derecho que tiene todo ciudadano a contar siempre con una alimentación decorosa. Porque que una  mala alimentación causa anemia y tuberculosis, y estas no permiten- sobre todo a los niños- a tener un buen desarrollo cerebral que redunda en pobreza de aprendizaje, deficiencia de atención y memoria

Pero en los ámbitos más pobres (urbanos y rurales) la seguridad alimentaria se reduce a la cortísima perspectiva del día siguiente: ¿Comeremos mañana? ¿Qué comeremos? ¿Tendré platita para comprar aunque sea un pancito? ¿O durante el día y la noche las tripas de mi hijitos seguirán retorciéndose?, intuyo que la gente pobre se pregunta sin esperanza.

 Es difícil, utópico hablar a esta pobre gente de seguridad alimentaria. Es por eso que proponemos que los técnicos de agricultura y del Qari Warmi vayan más allá de su trabajo asistencialista y caritativo. Sobre todo en el ámbito rural- donde cada familia tienen aunque sea un huertita- se le enseñe a criar cuyes y aves, a sembrar maíz, papas, maíz y frejoles, y plátanos, para saciar su hambre en forma cotidiana y sostenida; que la pensión 65 no solo sea limosna, sino que sirva para estas pequeñas actividades.

 Que el sentido común prime en la mentalidad de los técnicos: que salgan de sus oficinas burocráticas y vayan al campo; que los estudiantes universitarios de los últimos años se conviertan en solidarios colaboradores (que hagan extensión universitaria). Que en lugar de estar rascándose los hue(sos) salgan al campo a ensuciarse los zapatos, y orienten a la gente de los más pobres villorrios. ¿Es mucho pedir?

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