08/06/18 - 06:08
Luis Alberto Arista Montoya*
Dentro del habla popular y familiar de la sociedad amazonense las palabras ´cholo´ o ´chola´ nunca han tenido (ni tienen ni tendrán) un carácter despectivo, insultante. No. Más bien tiene un significación cariñosa. Creemos que en casi todas las familias chachapoyanas uno de sus miembros es tratado como ´cholito´ o ´cholita´, aún más como ´cholito lindo´ o ´cholita linda´. De nuestra época juvenil recordamos, por ejemplo, al ´cholo Rojas´, al policÃa ´cholito DÃaz´ o al ´cholito Arista´ (hermano menor de este cronista). Asà de cariñosos éramos, seguimos siendo, felizmente.
Cuando en los años 60 la sociedad amazonense toma contacto con la cultura costeña es que la palabra cholo se percude porque los foráneos la introducen como insulto, como calificativo racista (como sinónimo de serrano, “marro†en jerga); peor aún, casi siempre acompañada por un obsceno calificativo: “cholo de mierda†o “chola suciaâ€, ´cholo creÃdo´, ´chola sobrada´. Esta transculturización ensució el habla popular y familiar. Además, muchos de nuestros paisanos se acriollaron por imitación, llegando a utilizarla para insultar.
Digamos que ese fenómeno antropológico y lingüÃstico se dio en casi todo el Perú. Cholear se tornó en verbo peyorativo. Casi todo el mundo en el Perú cholea, incluso- paradójicamente- hasta los propios cholos y cholas.
Pero más allá del cariño o del insulto el concepto CHOLO tiene una profunda y rica significación antropológica e histórica porque indica el sentido que tiene la movilidad de la sociedad peruana. Actualmente aquÃ/ahora el Perú es casi enteramente cholo, es decir, mestizo. Somos una mezcla de todas las sangres, de todos los cromosomas y de todas las neuronas. El maestro Luis Alberto Sánchez dijo alguna vez que el Inca Garcilaso de la Vega Chimpu Ocllo fue nuestro primer cholo, por ser el primer cronista mestizo. Y asà orgullo hay que pronunciar y escribir sus apellidos, por la igualdad de género.
Lo anterior viene a cuento porque este es un testimonio en homenaje al sociólogo y antropólogo AnÃbal Quijano (nació en Ancash), quién el dÃa 31 de mayo último murió a los 90 años de edad. Él fue quien mejor estudió el fenómeno de la CHOLIFICACIÓN de la sociedad peruana y, por consiguiente, de la CHOLEDAD como identidad cultural, como ontologÃa existencial del cholo peruano. La noticia de su muerte la recibimos casi al instante (mediante tuit) en el auditorio central de la Universidad Ricardo Palma. Nos compungió a todos porque Quijano fue hasta hace meses atrás profesor de la Cátedra “Colonialidad y Descolonialidad en América Latinaâ€.
Este escribidor iba a compartir con él una mesa redonda sobre ´La Cultura en el siglo XXI´, pero no tuvo ese gran honor porque ya el maestro estaba enfermo. No fue nuestro profesor ni amigo. Lo llegamos a conocer por sus obras. Es por eso que no basta loarlo. Hay que leerlo. Y releerlo es el mejor homenaje que proponemos.
Los historiadores peruanos y latinoamericanos dicen con justicia que AnÃbal Quijano fue el pensador marxista más importante después de José Carlos Mariátegui. ´Una introducción a Mariátegui´, es una de sus obras clave (esperamos que la derecha peruana sepa esto, sobre todo la gente de izquierda).
Respecto de la cholificación de la sociedad peruana escribió una obra central que todo auténtico universitario debe leer, se llama: “Dominación y Cultura. Lo cholo y el conflicto cultural en el Perúâ€, publicado en 1980, justo cuando surgÃa el terrorismo sanguinario de Sendero Luminoso que mató a ingentes cantidades de cholos, indios y campesinos en los andes, en la costa y selva, acusándolos de ser colaboradores del Estado burgués. ¡Qué locura!
Quijano delimita el concepto “cholo†de la siguiente manera: la población que se denomina “cholaâ€, es por una parte, un estrato social en formación que emerge desde la masa del campesinado indÃgena servil o semi-servil, y que comienza a diferenciarse de ella por un conjunto de elementos que incorpora a su cultura desde la cultura occidental criolla, pero que al mismo tiempo se mantiene ligada a ella porque mantiene, aun modificándolos, un conjunto de elementos de procedencia indÃgena. De la misa manera, se vincula a la población occidental criolla, a las capas más bajas de la clase media urbana y rural principalmente, sin llegar a identificarse con ellas. A este proceso cultural producto de la movilidad social Quijano lo denomina “cholificaciónâ€, acentuada sobre todo a partir de la migración indÃgena hacia las ciudades, afectando sobre todo a las capas jóvenes del campesinado indÃgena.
Además, el Perú cholo es un pueblo que baila al son dela música chicha y cumbia andina. De ahà que haya que recordar también las canciones de Chacalón, porque en los cerros de Lima hacÃa delirar, por los años 80, a cholos/cholas cantando: “soy un muchacho provinciano/que se levanta muy temprano a trabajar…â€. Hoy en dÃa la gente de clase alta - por dársela de “progreâ€- baila esos sones brotados desde la choledad del ser peruano. Casi todos somos cholos, ojalá que sea a mucha honra… Aunque algunos cholos polÃticos hayan sido los primeros en corromper esta hermosa palabra del habla popular peruana.
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*EDITORIAL. Para Radio Reina de la Selva de Chachapoyas. Lima 7 de junio de 2018. Luis Alberto Arista Montoya.